Arte Egipcio
| 1 | INTRODUCCIĆN |
Arte
egipcio, conjunto de edificios, pinturas, esculturas y artes aplicadas
del antiguo Egipto, desde la prehistoria hasta la conquista romana en el aƱo
30 a.C. La historia de Egipto fue la mƔs larga de cuantas civilizaciones
antiguas florecieron en torno al MediterrƔneo, extendiƩndose casi sin
interrupción desde aproximadamente el año 3000 a.C. hasta el siglo IV d.C. La
naturaleza del paĆs, desarrollado en torno al Nilo, que lo baƱa y fertiliza,
junto al casi total aislamiento de influencias culturales exteriores, produjo un
estilo artĆstico que apenas sufrió cambios a lo largo de sus mĆ”s de 3.000 aƱos
de historia. Todas las manifestaciones artĆsticas estuvieron destinadas,
bÔsicamente, al servicio del Estado, la religión y el faraón, considerado como
un dios sobre la Tierra. Desde los primeros tiempos, la creencia en una vida
después de la muerte dictó la norma de enterrar al muerto con sus mejores
pertenencias para asegurar su trƔnsito hacia la eternidad. La regularidad de los
ciclos naturales, la crecida e inundación anual del rĆo Nilo, la sucesión de las
estaciones y el curso solar que provocaba el dĆa y la noche fueron considerados
como regalos de los dioses a los habitantes de Egipto. El pensamiento, la moral
y la cultura egipcias estuvieron arraigadas en un profundo respeto por el orden
y el equilibrio. El arte querĆa ser un arte Ćŗtil; no se hablaba de piezas u
obras bellas, sino eficaces o eficientes. El cambio y la novedad nunca fueron
considerados como algo importante por sĆ mismos; asĆ, el estilo y los
convencionalismos representativos del arte egipcio establecidos desde un primer
momento continuaron prƔcticamente invariables durante mƔs de 3.000 aƱos. Para el
espectador contemporĆ”neo el lenguaje artĆstico egipcio puede parecer rĆgido y
estÔtico (hieratismo); su intención fundamental, sin embargo, no fue la de crear
una imagen real de las cosas tal como aparecĆan, sino captar para la eternidad
la esencia de la persona, animal u objeto representado.
| 2 | PERIODO PREDINĆSTICO O ARCAICO |
Los primeros pobladores prehistóricos se
asentaron sobre las terrazas o mesetas formadas por los sedimentos que el rĆo
Nilo iba depositando en su recorrido. Las herramientas y Ćŗtiles dejados por
estos primeros habitantes de Egipto muestran su paulatina evolución desde una
sociedad de cazadores-recolectores seminómadas a agricultores sedentarios. El
periodo predinƔstico abarca desde el 3200 a.C. al 2755 a.C.
aproximadamente.
Se han encontrado restos de asentamientos
organizados que datan de este periodo, asĆ como diversos materiales asociados,
sobre todo, a enterramientos. Tales objetos se introducĆan en la sepultura junto
con el cadĆ”ver a fin de que su espĆritu pudiera disfrutar de ellos en la
siguiente vida; gracias a eso se han conservado una gran cantidad de efectos
personales, cerĆ”mica, Ćŗtiles diversos y armas. La cerĆ”mica se solĆa decorar con
pinturas que reflejaban la vida y costumbres de la Ʃpoca. Entre los motivos
representados se incluyen imĆ”genes de los pĆ”jaros y animales caracterĆsticos de
las zonas próximas al Nilo, asà como también, ya al final del periodo
predinƔstico, minuciosas representaciones de embarcaciones con remeros sobre las
aguas del rĆo. El cobre forjado se utilizó, en pequeƱas cantidades, para la
elaboración de collares y algunas herramientas, aunque la mayorĆa de los
elementos se obtuvieron de la piedra. Las espƔtulas hechas de piedra se
utilizaron para pulverizar la pintura de ojos. Se tallaron pequeƱas esculturas y
figurillas en marfil y hueso, asà como también en arcilla.
| 3 | IMPERIO ANTIGUO |
El Imperio Antiguo de Egipto, dominado por las
dinastĆas III a VI, abarca los cinco siglos comprendidos entre los aƱos 2755 y
2255 a.C. Hacia el aƱo 3100 a.C. el paĆs se unificó bajo el mando de poderosos
caudillos del sur, pero la idea de un Egipto dividido en dos zonas bien
diferenciadas (Alto Egipto al sur y Bajo Egipto al norte) persistió durante
algĆŗn tiempo. Es la Ć©poca conocida como tinita, dominada por las dinastĆas I y
II, y en ella destaca el rey Narmer (algunos historiadores lo identifican con el
rey Menes), artĆfice de la unificación y fundador de la I DinastĆa. En la
Paleta de Narmer (c. 3100 a.C., Museo Arqueológico de El Cairo), en
piedra tallada, se puede ver al propio faraón portando la corona del sur y
subyugando a las gentes del norte, con dos animales entrelazados que significan
la unificación de las dos zonas de Egipto bajo el mando único del faraón.
| 3.1 | Arquitectura |
Durante las primeras dinastĆas se
construyeron importantes complejos funerarios para los faraones en Abidos y
Saqqara, a imitación de los palacios y templos (la tumba era una sĆntesis de la
noción de templo y de mansión privada). La gran cantidad de cerÔmica, trabajos
en piedra y tallas de marfil o hueso encontrados en estas tumbas atestiguan el
alto grado de desarrollo de esta Ć©poca. Los jeroglĆficos (escritura mediante
dibujos), forma de escribir la lengua egipcia, se encontraban por entonces en su
primer nivel de evolución, y ya mostraban su carÔcter de algo vivo, como el
resto de la decoración.
En la III DinastĆa la capital se trasladó a
Menfis y los faraones iniciaron la construcción de pirÔmides, que sustituyeron a
las mastabas como tumbas reales. El arquitecto, cientĆfico y pensador Imhotep
construyó para el faraón Zoser (c. 2737-2717 a.C.) el conjunto de Saqqara; se
trataba de una necrópolis integrada por una pirÔmide escalonada de piedra y un
grupo de templos, altares y dependencias afines. La gran pirƔmide escalonada
donde reposan los restos del faraón estÔ compuesta de varias mastabas
superpuestas, y es el ejemplo mƔs antiguo de arquitectura monumental conservado
en la actualidad; ilustra tambiƩn una de las fases en el desarrollo de la
pirĆ”mide como tipologĆa arquitectónica.
La arquitectura del Imperio Antiguo puede
considerarse monumental, dado que la caliza y el granito locales se utilizaron
para la construcción de edificios y tumbas de grandes dimensiones. Desarrollaron
una extraordinaria técnica arquitectónica. Empleaban bloques colosales de
piedra, que se ajustaban a la perfección sin utilizar argamasa, y empleaban
medios de elevación que desconocemos. La bóveda era conocida pero no se empleaba
en la arquitectura en piedra. De los templos construidos durante este periodo
apenas se conservan unos pocos ejemplos.
El conjunto monumental de Gizeh, donde fueron
enterrados los faraones de la IV DinastĆa, pone de manifiesto la destreza y
habilidad de los arquitectos egipcios a la hora de construir monumentos que han
permanecido como una de las siete maravillas del mundo, y muestran el esplendor
de la civilización egipcia. Snefru emprendió la construcción de la primera
pirĆ”mide sin escalones. Keops fue su sucesor y artĆfice de la Gran PirĆ”mide que,
alcanzando los 146 metros de altura, estĆ” formada por cerca de 2,3 millones de
bloques de piedra con un peso medio, cada uno, de 2,5 toneladas. Su hijo KefrƩn
levantó una pirĆ”mide menor, y Mikerinos fue el artĆfice de la tercera gran
pirƔmide de este conjunto monumental.
El fin que se perseguĆa con las pirĆ”mides era
preservar y proteger los cuerpos de los faraones para la eternidad. Cada
pirƔmide formaba parte de un conjunto en el que figuraban un templo en el valle,
un embarcadero y un corredor de comunicación entre unos espacios y otros, asĆ
como tambiƩn un espacio reservado para realizar los ritos religiosos previos al
enterramiento. Alrededor de las tres pirƔmides mayores de Gizeh (Keops, KefrƩn y
Mikerinos) creció una necrópolis (ciudad de los muertos) integrada por sepulcros
denominados mastabas (en Ć”rabe mastabah, ‘banco de adobe’). De cubierta
plana y paredes inclinadas, recibieron ese nombre por su semejanza con las casas
egipcias de adobe en forma de pirƔmide truncada. Las mastabas fueron las tumbas
de los miembros de la familia real, altos mandos, cortesanos y funcionarios.
Exteriormente parece una pirƔmide truncada de planta rectangular que consta de
una pequeƱa sala denominada sirdab, donde se guardaba la estatua del
difunto, considerada como un ser vivo, y la falsa puerta que comunicaba el mundo
de los muertos y de los vivos. Delante de ella se depositaban las ofrendas y se
realizaba el culto funerario. Bajo tierra se encontraba la cƔmara sepulcral, a
la que se accedĆa por un pasaje que se sellaba una vez depositado el
cadƔver.
Frente a la relativa abundancia de restos
monumentales de carƔcter funerario conservados, apenas hay ejemplos de
arquitectura domƩstica y construcciones civiles de las ciudades egipcias del
Imperio Antiguo; puede suponerse su disposición sobre calles bien trazadas y
planificadas, tal y como se hizo en las necrópolis, pero la utilización del
adobe (ladrillos de barro mezclado con heno o paja y cocidos al sol) para
levantar los palacios y viviendas no ha permitido su conservación hasta nuestros
dĆas. De este modo, los templos y tumbas, edificados en piedra y construidos con
una clara idea de eternidad, proporcionan la mayor y casi única información
acerca de las costumbres y forma de vida de los antiguos egipcios.
| 3.2 | Escultura |
Desde las primeras figuras de arcilla, hueso
y marfil del periodo predinÔstico, la escultura egipcia se desarrolló con gran
rapidez. En la Ʃpoca de Zoser (2737-2717 a.C.) se hicieron grandes estatuas de
los faraones y gobernantes sobre las que debĆan reposar los espĆritus que
perpetuaran la memoria de los difuntos. Hieratismo, rigidez, formas cĆŗbicas y
frontalidad son las caracterĆsticas esenciales de la escultura egipcia. Primero
se tallaba un bloque de piedra de forma rectangular, y despuƩs se dibujaba en el
frente y en las dos caras laterales de la piedra la figura objeto de
representación. La estatua resultante era, en consecuencia, una figura destinada
a ser vista principalmente de frente (ley de la frontalidad). No habĆa
necesidad, pues, de esculpir la figura por todos sus lados, ya que el objetivo
era crear una imagen eterna que representara la esencia y el espĆritu de la
persona retratada, para lo cual bastaba una composición frontal de la
misma.
El artista egipcio no buscaba la
representación del movimiento. Desde los primeros tiempos del periodo dinÔstico
se tenĆa un perfecto conocimiento de la anatomĆa humana, pero se le daba una
forma idealizada. La estatua sedente del faraón Kefrén (c. 2530 a.C. Museo
Arqueológico de El Cairo), artĆfice de la segunda pirĆ”mide mĆ”s grande del
conjunto funerario de Gizeh, engloba en sĆ misma todas las caracterĆsticas que
hicieron memorable a la escultura egipcia de carÔcter regio. El faraón aparece
sentado sobre un trono decorado con el emblema de las tierras unificadas, con
las manos sobre las rodillas, la cabeza erguida, rĆgida y de frente, y los ojos
mirando al infinito. El halcón que representa al dios Horus aparece detrÔs de la
cabeza de KefrĆ©n, simbolizando que es Ć©l, el faraón, el ‘Horus viviente’. La
estatua, tallada en diorita, presenta en su conjunto una gran unidad y
equilibrio, creando una potente imagen de la majestad divina.
Las representaciones de individuos y
personajes particulares ofrecen diversos modelos y formas. AdemƔs de las figuras
individuales sedentes o en pie se hicieron otras emparejadas y tambiƩn formando
grupos escultóricos en los que el difunto aparece con los miembros de su
familia. Los materiales utilizados fueron la piedra, la madera y, en menor
proporción, el metal. Las superficies se pintaban; los ojos eran piezas
incrustadas de otro tipo de material, como el cristal de roca, que realzaba la
apariencia de realidad que pretendĆa transmitir la estatua. Tales
representaciones iban destinadas exclusivamente a los personajes importantes;
existió otro tipo de obras, no obstante, que representaban a los trabajadores en
sus diversos oficios y a las mujeres ocupadas en sus tareas domƩsticas. Todas
tenĆan un destino comĆŗn: la tumba del difunto. A finales de la IV DinastĆa se
introdujo una tercera posición escultórica, tan asimétrica y estÔtica como las
dos anteriores (de pie y sentadas): la del escriba sentado en el suelo con las
piernas cruzadas. Otra invención del Imperio Antiguo es el retrato de
busto.
La escultura en relieve servĆa a dos
propósitos fundamentales: en los muros de los templos para glorificar al faraón;
en las tumbas para preparar al espĆritu en su camino hacia la eternidad. En las
cÔmaras funerarias de las tumbas privadas es frecuente la decoración con escenas
del muerto ocupado en las actividades cotidianas que desarrolló en vida. La
forma de representación del cuerpo humano en dos dimensiones (frente y perfil),
tanto en relieve como en pintura, vino determinada por el deseo de preservar la
esencia de lo representado. Se buscaba, por encima de todo, la eternidad frente
a lo transitorio. Como resultado de esto, se combina en las figuras la
disposición de perfil para la cabeza y extremidades inferiores con la frontal de
los ojos y el torso. Esta regla o canon se aplicó a los faraones y miembros de
la nobleza, mientras que para los sirvientes y campesinos no se llegó a utilizar
de manera tan exhaustiva. Los relieves solĆan pintarse para dar una mayor
sensación de realidad, siendo frecuente la inclusión en ellos de diversos
detalles sólo pintados, sin necesidad de haberlos tallado previamente en la
roca. La pintura de carƔcter meramente decorativo aparece muy raras veces en las
piezas del Imperio Antiguo que se han descubierto hasta el momento
presente.
El conocimiento que poseemos sobre la mayor
parte de las costumbres y modo de vida de los egipcios se ha conseguido gracias
a estos relieves de las tumbas. Las variedades de comida y sus formas de
elaboración, los métodos de pastoreo, la caza de animales salvajes, la
construcción de embarcaciones y muchos otros oficios estÔn perfectamente
representados en estos relieves. Dispuestos en la pared por medio de bandas o
registros, podĆan leerse fĆ”cilmente como una narración continuada; tales
representaciones no fueron concebidas tanto como acontecimientos acaecidos en un
momento determinado, sino como ocupaciones y oficios en general, con un claro
carƔcter de atemporalidad y eternidad. Para la escultura en relieve, al igual
que para la exenta o de bulto redondo, los escultores trabajaron formando
equipos o talleres con diferentes niveles de trabajo asignado a los distintos
integrantes del grupo.
| 3.3 | Artes decorativas |
En la cerÔmica, la rica decoración del
periodo predinÔstico se reemplazó por bellas piezas no decoradas, de superficies
pulimentadas y dentro de una gran variedad de formas y modelos destinados a
servir de objetos para uso cotidiano. En la antigüedad, la cerĆ”mica servĆa para
los mismos propósitos para los que hoy utilizamos el cristal, la loza, el metal,
la porcelana o el plƔstico; en consecuencia, el abanico de posibilidades abarca
desde vasijas y recipientes para comer y beber hasta grandes envases y
contenedores de almacenaje o incluso depósitos o cubos para la fermentación de
bebidas.
Las joyas se hicieron en oro y piedras
semipreciosas, incorporando formas y diseƱos animales y vegetales. En toda la
historia de las artes decorativas de Egipto hubo una gran predilección por tales
asuntos o motivos artĆsticos. Se han conservado pocos ejemplos por lo que se
refiere al mobiliario, pero la abundante presencia de los mismos en las imƔgenes
de las tumbas nos proporciona abundante información sobre el diseño de sillas,
camas, escabeles, sillones y mesas. Generalmente los diseƱos fueron simples,
sencillos, incorporando formas vegetales y garras de animales para rematar los
acabados inferiores de los muebles (patas de sillas y mesas, por ejemplo). No se
utilizaban clavos, sino que las piezas se unĆan mediante espigas y mortajas o se
pegaban. Destacan los cabezales rodeados de genios para proteger el sueƱo. El
mƔs bello conjunto de muebles del Imperio Antiguo es el de la tumba de la reina
Heteferes, madre de Keops, que destaca por su grandiosidad y sobriedad.
Al finalizar la VI DinastĆa el poder
centralista de Egipto habĆa disminuido; los gobernantes locales decidieron
emplazar sus sepulcros en sus propias provincias en lugar de enterrarse cerca de
las necrópolis de los faraones a quienes servĆan. De esta dinastĆa data la
estatua en metal mƔs antigua que se conoce en Egipto: una imagen en cobre
(c. 2300 a.C. Museo Arqueológico de El Cairo) de Pepi I (reinó
c. 2395-2360 a.C.). El primer periodo intermedio (VII a X dinastĆas) fue una
Ć©poca de anarquĆa y agitación. Hubo un dĆ©bil intento por mantener las
tradiciones artĆsticas de la edad de oro del Imperio Antiguo, pero hasta la
reunificación del paĆs con los faraones de Tebas, en el sur, no se pudo reanudar
la actividad artĆstica para igualarla a su anterior Ć©poca de esplendor.
| 4 | IMPERIO MEDIO |
Mentuhotep II, faraón de la XI DinastĆa, reinó
entre los años 2061 y 2010 a.C., y fue el primer faraón del nuevo Egipto
unificado del Imperio Medio (2134-1570 a.C.). Creó un nuevo estilo o una nueva
tipologĆa de monumento funerario, probablemente inspirado en los conjuntos
funerarios del Imperio Antiguo. En la orilla oeste de Tebas, al otro lado del
Nilo, en el lugar denominado Dayr al-Bahari, construyó un templo en el valle
conectado por un largo camino real a otro templo que se encontraba adosado a la
ladera de la montaƱa. Formado por una mastaba coronada por una pirƔmide y
rodeado de pórticos a dos niveles, los muros fueron decorados con relieves del
faraón en compaƱĆa de los dioses.
| 4.1 | Arquitectura |
La arquitectura del Imperio Medio no estĆ”
bien representada, dada la escasez de ejemplos conservados. No obstante, una
pequeña construcción vinculada a Sesostris I (1962-1928 a.C.), faraón de la XII
DinastĆa, ha sido recuperada de uno de los Ćŗltimos pilonos (puertas
monumentales) del templo de Karnak, para el que se utilizaron sus ladrillos como
material de relleno. Esta pequeƱa capilla puede considerarse como el ejemplo
tĆpico del estilo de la Ć©poca. Esencialmente cĆŗbica en su diseƱo y construida
bajo un riguroso sistema de pilares y estructuras adinteladas, este pequeƱo
edificio tiene una pureza de lĆneas y unas proporciones tan equilibradas que le
otorgan sin lugar a dudas un carƔcter de eternidad. Los entrepaƱos estƔn
decorados con bellos relieves del faraón y divinidades egipcias.
| 4.2 | Escultura |
La escultura del Imperio Medio se
caracteriza por su inclinación hacia el realismo. Las primeras obras de este
periodo imitan claramente los ejemplos del Imperio Antiguo en un intento por
restablecer las viejas tradiciones, pero la escultura de la XII DinastĆa muestra
un renovado interƩs por la realidad. Los retratos de faraones como Amenemes III
y Sesostris III son muy diferentes de aquellos otros faraones del Imperio
Antiguo.
Durante la XII DinastĆa las imĆ”genes del
faraón no se idealizan hasta el punto de convertirlo en dios. La gravedad e
importancia de su alto rango se reflejan de forma clara en el rostro. La
estructura ósea se insinĆŗa bajo una superficie rĆgida, produciendo un tipo de
realismo que nunca se habĆa dado con anterioridad en el arte egipcio. Las
estatuas de personajes privados tienden, como en todas las Ʃpocas, a imitar el
estilo de las de los faraones; asĆ lo vemos, por ejemplo, en los retratos de la
nobleza de la XII DinastĆa, tendentes tambiĆ©n hacia el realismo.
| 4.3 | Pintura |
La costumbre entre los nobles de enterrarse
en tumbas construidas en sus propios centros de influencia en lugar de hacerlo
en la capital, se mantuvo vigente. Aunque muchas de ellas estuvieron decoradas
con relieves, como, por ejemplo, las tumbas de AsuƔn, en el sur, otras como las
de Beni-Hassan, en el Egipto Medio, fueron por regla general decoradas
exclusivamente con pinturas. Los ejemplos conservados muestran el trabajo de los
artistas y artesanos locales en su intento por adherirse a los modelos de los
talleres regios. Aparecen algunas novedades en los tipos y formas
representativas, aunque los viejos modelos todavĆa servĆan de guĆa para muchos
temas y composiciones. La pintura también decoraba los sarcófagos rectangulares
de madera tĆpicos de este periodo. Los dibujos eran muy lineales y reflejan una
gran minuciosidad en los detalles.
| 4.4 | Artes decorativas |
El Imperio Medio fue tambiƩn una Ʃpoca en
la que se produjeron magnĆficos trabajos en artes decorativas, en particular
joyas realizadas en metales preciosos con incrustación de piedras de colores. En
este periodo aparece la técnica del granulado. El barro vidriado alcanzó gran
importancia para la elaboración de amuletos y pequeñas figuras. QuizÔ lo mÔs
conocido fueron los hipopótamos de barro vidriado en color azul decorados con
pinturas de plantas acuƔticas.
| 5 | IMPERIO NUEVO |
La XIII DinastĆa tuvo faraones dĆ©biles e
ineficaces, alcanzÔndose un número de unos 50 en 120 años. El segundo periodo
intermedio (XIII a XVII dinastĆas) fue de nuevo para Egipto una Ć©poca de
gobierno dividido. Los hicsos, pueblos venidos del Asia occidental, entraron en
Egipto proclamÔndose a sà mismos faraones. Impusieron su poder gracias a la
utilización de caballos y carros de guerra. Esta circunstancia tuvo una
prolongada influencia, ya que los hicsos llevaron a Egipto nuevas tecnologĆas a
la vez que también proporcionaron una visión mÔs amplia de su lugar en el mundo
mediterrĆ”neo. Una vez mĆ”s, sin embargo, Tebas instigó la reunificación del paĆs,
los extranjeros fueron expulsados y se restableció el poder central de la
monarquĆa. El Imperio Nuevo (1570-1070 a.C.) comenzó con la XVIII DinastĆa, y
fue una Ʃpoca de gran poder, riqueza e influencia, como lo evidencia su
importante comercio exterior y sus conquistas en el extranjero.
| 5.1 | Arquitectura |
Los faraones de las dinastĆas XVIII a XX
fueron grandes constructores de arquitectura religiosa. Tras el restablecimiento
de la capital en Tebas la realeza divina de los faraones se asoció al dios local
Amón, que llegó a ser la divinidad suprema mÔs importante de Egipto y reinaba
sobre los dioses secundarios. Casi todos los faraones del Imperio Nuevo se
preocuparon por ampliar y hacer nuevos aƱadidos en el conjunto de templos de
Karnak, centro del culto a Amón, convirtiéndose asà en uno de los mÔs
impresionantes complejos religiosos de la historia. El mayor de todos ellos es
el de Karnak; sus gigantescos pilonos, la gran sala hipóstila, los vestĆbulos
plagados de columnas, los obeliscos y las estatuas dispuestas en numerosos
lugares, llevan directamente a pensar en el poder y majestuosidad del faraón y
el Estado de aquella época. Próximo a este conjunto destaca también el templo de
Luxor, con una fachada compuesta de dos enormes muros macizos que flanquean la
entrada y conducen al patio. Ya en el interior encontramos una serie de recintos
y capillas, dispuestos simétricamente, que albergan el sanctasanctórum, una sala
cuadrada con cuatro columnas.
En la ribera occidental del Nilo, cerca de
la necrópolis de Tebas, se construyeron templos para el culto y honras fúnebres
de los faraones. Durante el Imperio Nuevo, los cuerpos de estos faraones se
enterraron en tumbas excavadas en la roca en el entorno denominado Valle de los
Reyes, ya en pleno desierto, con los templos funerarios o mortuorios a cierta
distancia fuera del valle. De estos templos, uno de los primeros y mÔs insólitos
fue el de la reina Hatshepsut en Dayr al-Bahari, levantado por el arquitecto
Senemut (muerto hacia el aƱo 1428 a.C.). Situado frente a los acantilados del
rĆo Nilo, junto al templo de Mentuhotep II, de la XI DinastĆa, y probablemente
inspirado en Ʃl, el templo es una extensa terraza con numerosas capillas para
los dioses y relieves representando los Ʃxitos logrados por Hatshepsut a lo
largo de su reinado. Otros faraones no siguieron este precedente, y construyeron
sus templos al borde de las tierras fƩrtiles, lejos de los escarpados riscos del
desierto.
Las tumbas del Valle de los Reyes fueron
excavadas en el interior de la roca, en un esfuerzo —casi nunca conseguido— por
ocultar los sepulcros donde reposaban las momias de los faraones. Largos pasajes
y corredores, escaleras y cƔmaras funerarias fueron decoradas con relieves y
pinturas de escenas de textos religiosos destinados a proteger y amparar el
espĆritu del difunto para su próxima vida.
Durante la XIX DinastĆa, en Ć©poca de RamsĆ©s
II, uno de los mƔs importantes faraones del Imperio Nuevo, se levantaron los
gigantescos templos de Abu Simbel, en Nubia, al sur de Egipto. Fueron excavados
en el interior de la roca, sobre la falda de una montaƱa y con las fachadas
custodiadas por cuatro figuras monumentales del faraón y su esposa
respectivamente. Entre 1964 y 1968 ambos templos tuvieron que ser desmontados en
bloques y trasladados a un lugar mƔs elevado con el fin de salvarlos de su
inmersión bajo las aguas de la nueva presa de AsuÔn.
Como en todas las Ʃpocas, la arquitectura
domƩstica y palaciega se hizo fundamentalmente con materiales mƔs baratos que la
piedra, como el adobe. No obstante, se han conservado los suficientes restos
como para dar una idea aproximada de la planificación de los palacios y sus
mĆŗltiples estancias con pinturas y decoraciones diversas en suelos, paredes y
techos. Las viviendas de las clases privilegiadas formaban amplios conjuntos
urbanos integrados por edificios residenciales y para el servicio. Ejemplos de
casas modestas para los obreros pueden aĆŗn encontrarse, agrupadas junto a los
pueblos, muchas veces como las del Egipto actual.
| 5.2 | Escultura |
Durante el Imperio Nuevo la escultura
alcanzó una nueva dimensión. La rigurosa y severa estilización del Imperio
Antiguo y el Ɣspero realismo del Imperio Medio fueron reemplazados por un estilo
cortesano en el que se combinaban perfectamente la elegancia y la cuidadosa
atención hacia los detalles mÔs delicados. Iniciado durante los reinados de
Hatshepsut y Tutmosis III, este estilo alcanzarĆ” su madurez en tiempos de
Amenofis III. Los retratos de los faraones y de los cortesanos fueron obras
plenas de gracia y sensibilidad.
Amenofis IV, hijo de Amenofis III, fijó la
nueva capital en Ajtatón (ahora Tell el-Amarna), en la orilla oriental del Nilo.
El hallazgo casual en 1887 de unas 400 tablillas de arcilla con escritura
cuneiforme acadia procedentes de los archivos reales, sacó a la luz los restos
de esta antigua ciudad. El arte de este periodo, de un realismo inusual para el
momento, refleja la revolución religiosa promovida por el faraón. Amenofis
adoraba a Atón, dios solar, e imaginó y proyectó una lĆnea artĆstica encaminada
hacia esta nueva dirección, es decir, a eliminar el hieratismo tradicional del
arte egipcio. Al comienzo de su reinado se utilizó un realismo casi
caricaturesco, pero poco a poco fue derivando hacia un estilo de sutil belleza y
profunda ternura, cualidades perfectamente ejemplificadas en la cabeza de piedra
caliza pintada de su esposa, la reina Nefertiti (c. 1360 a.C. Staatliche Museen,
BerlĆn).
| 5.3 | Pintura |
Mientras que el relieve se utilizó en el
Imperio Nuevo principalmente para la decoración de edificios religiosos, la
pintura predominarÔ en la decoración de las tumbas privadas. La necrópolis de
Tebas es una rica fuente de información sobre la lenta evolución de la tradición
artĆstica, asĆ como tambiĆ©n de excelentes ilustraciones de la vida de aquella
Ʃpoca.
El medio pictórico permitió mayores
posibilidades que el escultórico, al conceder al artista la posibilidad de crear
coloristas imƔgenes de la vida alrededor del Nilo. Los funcionarios aparecen
representados inspeccionando los exóticos tributos llevados a Egipto desde todos
los rincones del mundo conocido. Los oficios de los talleres regios estƔn
representados con meticuloso detallismo ilustrando la elaboración de todo tipo
de objetos, desde grandes esculturas a delicadas joyas. Los ritos funerarios,
desde el cortejo fĆŗnebre hasta las Ćŗltimas plegarias elevadas a los espĆritus,
tambiƩn se representan. Uno de los elementos comunes en la pintura de las tumbas
tebanas, conocido ya en el Imperio Antiguo, es la representación del difunto
cazando y pescando entre los papiros de las marismas, entretenimientos y
actividades de las que desearĆa gozar durante toda la eternidad.
| 5.4 | Artes decorativas |
Durante el Imperio Nuevo las artes
decorativas, al igual que la pintura y la escultura, alcanzan las mƔs elevadas
cotas de perfección y belleza. Los objetos de uso cotidiano utilizados por la
corte real y la nobleza fueron exquisitamente diseƱados y elaborados con gran
destreza técnica. No hay mejor ejemplo para ilustrar esta afirmación que el
ajuar funerario de la tumba (descubierta en 1922) de Tut Anj Amón, donde con
ricos materiales —alabastro, Ć©bano, oro, marfil y piedras semipreciosas— se
crearon mĆŗltiples objetos de consumada habilidad artĆstica. La cerĆ”mica del
Imperio Nuevo ofrece tambiƩn este mismo gusto decorativo, con sus superficies
frecuentemente pintadas con motivos vegetales. En esta Ʃpoca se produce el
apogeo del vidrio, tƩcnica en la que los artesanos mostraron una gran
originalidad. En general, y a tenor de los restos conservados, se puede decir
que los egipcios de esta Ʃpoca encontraron un particular deleite en la riqueza
ornamental y en los vivos colores de las pinturas y artes decorativas.
| 6 | ĆPOCA TARDĆA |
A los poderosos faraones de las dinastĆas
XVIII, XIX y parte de la XX les reemplazaron dƩbiles monarcas que sumieron al
paĆs en una nueva etapa de crisis y decadencia, con continuas usurpaciones del
poder. RamsĆ©s III, fundador de la XX DinastĆa (1198-1166 a.C.), levantó un
enorme templo funerario en Madinat Habu, cerca de Tebas, en la orilla occidental
del Nilo, cuyos restos son de los mejor conservados en la actualidad. La
existencia de un palacio junto al templo indica que el faraón frecuentó y habitó
aquel lugar en bastantes ocasiones. Escenas de batallas relatando las campaƱas
de RamsƩs III contra los invasores extranjeros (pueblos del mar) aparecen
representadas con gran viveza en relieves distribuidos por los muros del
templo.
Las dinastĆas XXI a XXIV estĆ”n consideradas
como el tercer periodo intermedio, un lapso de tiempo de mƔs de 350 aƱos en el
que diversos monarcas se establecieron paralelamente en Sais, Tanis y Bubastis,
capitales del delta del Nilo, en un momento de división polĆtica del paĆs. La
reunificación llegó con los faraones de la XXV DinastĆa; Ć©stos fueron etĆopes
que penetraron desde Nubia avanzando hacia el delta y ocupando Tebas. Respetaron
las creencias y divinidades egipcias, asumiendo tambiƩn sus costumbres con la
idea de ser ellos quienes tenĆan la obligación de restablecer la gloria y el
esplendor de Egipto. Restauraron los viejos templos y construyeron otros nuevos
dedicados a sus dioses. Tomaron los nombres de los antiguos faraones y en sus
producciones artĆsticas copiaron e imitaron escenas y motivos de Ć©pocas pasadas.
Recuperaron la tipologĆa de la pirĆ”mide como lugar de enterramiento. Durante su
reinado, los asirios, acaudillados por Asaradón, llegaron hasta Tebas en el año
671 a.C., pero fueron rechazados.
Poco despuƩs de este primer intento fallido,
el rey asirio Assurbanipal conquista Egipto convirtiƩndolo en provincia asiria,
hasta que SamĆ©tico I (664-610 a.C.) libera al paĆs de la dominación asiria y
crea una nueva dinastĆa, la XXVI, denominada saĆta. Continuando la labor de
restauración de viejas tradiciones iniciada por los etĆopes, durante el periodo
saĆta tiene lugar un florecimiento de las artes. Destacan los trabajos
escultóricos en bronce, de gran suavidad y blandura en el modelado, con
tendencia hacia formas contorneadas. Tuvieron contacto con los griegos, algunos
de los cuales habĆan servido en el ejĆ©rcito egipcio como mercenarios. TambiĆ©n
con los judĆos, a travĆ©s de una colonia que Ć©stos poseĆan en el sur, cerca de
AsuĆ”n. El arte de la XXVI DinastĆa utilizó muchas formas y modelos del pasado,
copiando a veces literalmente los motivos de los antiguos monumentos.
La XXVI DinastĆa acaba con la invasión del
Imperio persa, y, salvo breves periodos, Egipto nunca recuperó su libertad de
manos de la dominación extranjera. La conquista del paĆs por parte de Alejandro
III el Magno en el 332 a.C., y por los romanos en el aƱo 30 a.C., introdujo a
Egipto dentro de la órbita del mundo clÔsico, aunque persistieron sus antiguas
tradiciones artĆsticas. Alejandro (que habĆa fundado la ciudad de AlejandrĆa,
que se convirtió en un importante foco de la cultura helenĆstica) y sus
sucesores aparecen representados en los muros de los templos como si fueran
autƩnticos faraones en un claro estilo egipcio. Los templos construidos durante
el periodo tolemaico (la dinastĆa fundada por Alejandro el Magno) repiten los
modelos arquitectónicos tradicionales de Egipto.
El arte egipcio ejerció también una poderosa
influencia sobre las culturas de sus invasores. En los primeros artistas griegos
se reconoce una clara deuda con Egipto. Los romanos tambiƩn mostraron gran
interĆ©s por el arte de este paĆs, se llevaron a Roma piezas originales extraĆdas
de los templos y tumbas, e imitaron su estilo en numerosas esculturas realizadas
por artistas romanos. La influencia de Egipto, su cultura y su arte, asĆ como la
fascinación que despiertan sus antigüedades, ha persistido hasta nuestros
dĆas.
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