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Concepto de Evolucion


 El Diccionario de la evolución, de Richard Milner, es un compendio sobre el evolucionismo desde sus orĆ­genes hasta la actualidad. En este libro, los conceptos no son breves explicaciones, sino que estĆ”n ampliados, actualizados y relacionados con otras ciencias, ademĆ”s de las biológicas. En este fragmento el autor explica el tĆ©rmino evolución, como mención al tĆ­tulo de esta obra.

Fragmento de Diccionario de la evolución.

De Richard Milner.

Al hablar de «evolución» los biólogos quieren decir que, con el paso del tiempo, el cambio en las frecuencias gĆ©nicas de las poblaciones produce nuevas especies a lo largo de generaciones. Charles Darwin denominó este fenómeno descendencia con modificación, un proceso lento que suele obrar a lo largo de cientos, miles y hasta millones de aƱos.

La palabra evolución tiene cuatro significados que suelen confundirse y deberĆ­an mantenerse separados y distintos: 1) el proceso general del cambio en poblaciones y especies, considerado un hecho cientĆ­fico establecido; 2) el «progreso» inevitable desde formas de vida inferiores a otras superiores, un concepto que ha quedado desacreditado; 3) la historia concreta del «arbusto ramificado» de la vida y el origen de grupos diversos o filogenias, interpretado a partir del registro fósil y los estudios bioquĆ­micos, y 4) el mecanismo, o «motor», de la evolución, para el que Darwin y Wallace propusieron la «selección natural», pero que en la actualidad estĆ” siendo estudiado y modificado por la investigación.

Veamos ahora algunos de los principales argumentos y objeciones que quienes se oponen a la evolución jamÔs se cansan de aducir... y algunas respuestas desde la perspectiva de la biología evolucionista:

1. ¿Un hecho o una teorĆ­a? La evolución quedó establecida como un hecho, no por haber triunfado en los debates entre filósofos o lógicos de gabinete, sino porque unificó miles de observaciones dispares realizadas por anatomistas comparativos, naturalistas de campo, geólogos, paleontólogos, botĆ”nicos y (posteriormente) genetistas y bioquĆ­micos. Sin el concepto englobante de un mundo en cambio a lo largo de inmensidades de tiempo, no existirĆ­a lo que consideramos la ciencia moderna.

La idea de que las especies estÔn relacionadas por una ascendencia común cuenta con el apoyo no sólo de argumentos o encadenamientos racionales, sino de muchos campos de investigación interconectados, cada uno de los cuales nutre a los demÔs y los apoya. La evolución estÔ tan bien confirmada como la gravitación. Parafraseando a un destacado paleontólogo, las manzanas no dejarÔn de caer mientras los científicos discuten si la ley de la gravitación de Newton ha sido superada por las teorías de Einstein. Y las especies seguirÔn cambiando a lo largo del tiempo mientras nosotros seguimos investigando el cómo y por qué de la evolución.

Si alguien insiste en que la evolución es una mera interpretación de la naturaleza, ¿cuĆ”l serĆ­a la alternativa? ¿Que miles de dinosaurios y de especies anteriores y posteriores a ellos no guardaban relación entre sĆ­, que aparecieron plenamente desarrollados y que no tienen nexos comunes? Un modelo de esas caracterĆ­sticas, tanto si se denomina religión como «ciencia de la creación», no puede generar una indagación fructĆ­fera. Es una respuesta que impide plantear mĆ”s preguntas.

2. Evolución «general» frente a especialización. Algunos crĆ­ticos aceptan la creación de especies nuevas (de moscas del vinagre, por ejemplo) en laboratorio, pero afirman que la evolución general nunca ha sido demostrada experimentalmente. Con ello, aluden a la procreación de una serie de especies progresivamente superiores o mĆ”s complejas. Sin embargo, no existe una teorĆ­a de la evolución general que mantenga tal cosa; las ideas victorianas de progreso inevitable no estĆ”n de moda en biologĆ­a.

3. Formas transicionales. La afirmación, repetida a menudo, de que no existen formas transicionales es probadamente falsa. La región del Karroo, en SurÔfrica es, por ejemplo, un vasto cementerio de restos de reptiles mamiferoides, todo un tropel de especies cuya anatomía fue intermedia entre los reptiles y los mamíferos. El famoso Archaeopteryx, con sus plumas, dientes, garras y esqueleto reptiloide, es una transición entre reptiles y aves. Y los fósiles de homínidos africanos representan seres con fórmulas dentarias antropoideas, cerebros pequeños, brazos mÔs largos que los de los humanos, pero mÔs cortos que los de los simios actuales, y pelvis, pies y piernas dispuestos para la marcha erecta.

Los fósiles transicionales son notablemente raros porque, según las teorías actuales, la mayoría de las especies se mantuvieron estables durante largos períodos. Cuando se produce el cambio, ocurre con bastante rapidez (en términos geológicos) y suele darse entre poblaciones pequeñas y aisladas. El registro fósil ha sido comparado con la congelación en el tiempo de un aparcamiento de varios pisos. La mayoría de los coches se encontrarían en las distintas plantas y sólo muy pocos en las rampas. La cantidad de tiempo que cada coche pasa en la rampa es breve por comparación con la duración del aparcamiento inmóvil, a pesar de que todos han circulado por ella.

Otra prueba de la transición se encuentra en la distribución geogrÔfica de las especies vivas. En las cadenas de islas del Pacífico, por ejemplo, los biólogos han seguido la pista de especies poblacionales a lo largo de miles de kilómetros y han descubierto formas intermedias de un extremo al otro del rosario de islas.

El mismo Darwin se sintió tan impresionado por un conjunto de variaciones geogrĆ”ficas de ese tipo entre las mariposas del Amazonas a lo largo de una extensa Ć”rea de bosque tropical, que se vio impulsado a observar lo siguiente: «Nos parece ser testigos, en la medida en que podemos esperar llegar a serlo, de la creación de nuevas especies en la Tierra». Entre las criaturas vivas hay una serie de especies graduales e intermedias entre los lagartos y las serpientes, los tordos y los chochines, los tiburones y las rayas.

4. Prueba y «demostración». Existe el equĆ­voco generalizado de que Darwin pensaba haber «demostrado» por lógica la evolución de las especies. En realidad, era un pensador y filósofo de la ciencia mucho mĆ”s sutil. «El cambio de especies no se puede demostrar de manera directa -escribĆ­a a un amigo- y... la doctrina se hundirĆ” o saldrĆ” a flote en función de su capacidad para agrupar y explicar fenómenos [dispares]. Es realmente curioso observar el escaso nĆŗmero de personas que la juzgan de esta manera, que es claramente la correcta.» (Unos pocos aƱos despuĆ©s escribĆ­a que se sentĆ­a «cansado de intentar explicar» este punto, pues la mayorĆ­a era incapaz de captarlo.)

5. «Agujeros» y cuestiones. Es innegable la existencia de «agujeros» y cuestiones en la teorĆ­a evolucionista (como los hay en la fĆ­sica de partĆ­culas), lo cual es normal en una ciencia que goce de buena salud. Thomas Henry Huxley pidió en cierta ocasión a sus estudiantes que se imaginaran perdidos en el campo en una noche ciega, sin pistas para reconocer el camino. Si alguien les ofreciera una linterna semiapagada y vacilante, ¿la rechazarĆ­an basĆ”ndose en que su luz era imperfecta? «Creo que no -dijo Huxley-, creo que no.»

6. TautologĆ­a de la «supervivencia de los mĆ”s aptos». La vieja canción de que la teorĆ­a evolucionista se basa en un razonamiento circular segĆŗn el cual «los sobrevivientes sobreviven» fue olvidada hace ya tiempo. Los crĆ­ticos mantienen que, sin una definición unĆ­voca de la aptitud, la afirmación de que «sólo los mĆ”s aptos sobreviven» es una proposición incomprobable y, por tanto, carente de sentido en cuanto explicación. AsĆ­ es, desde luego; y, ademĆ”s, es cierto que algunos cientĆ­ficos de pensamiento brumoso han ideado explicaciones ad hoc sobre los orĆ­genes de determinadas adaptaciones.

Pero, sea cual fuere el destino de arcaicas frases capciosas como «selección natural» y «supervivencia de los mĆ”s aptos», la teorĆ­a de Darwin-Wallace sigue teniendo un nĆŗcleo sano: la superproducción de descendientes en la naturaleza, la variabilidad genĆ©tica y un proceso selectivo cuyos resultados son una estabilidad a largo plazo y una divergencia circunstancial entre poblaciones. Las nuevas investigaciones se centran cada vez mĆ”s en comprender con mayor profundidad estos mecanismos de la variación genĆ©tica y la selección diferencial a medida que se producen en los diversos niveles de un mismo organismo.

7. Explicación ad hoc y no ciencia. Algunas personas dan por supuesto que la investigación y el estudio de las cosas vivas ha de llevar a la formulación de «leyes» fijas como las de la quĆ­mica o la fĆ­sica. La disección de estructuras anatómicas de seres extintos, la formulación de su distribución en el espacio y el tiempo y la reconstrucción de climas y ecologĆ­as del pasado pueden ser «una explicación ad hoc» para un fĆ­sico o un quĆ­mico, como en los relatos de la serie titulada «Precisamente asĆ­», de Rudyard Kipling, pero para la mayorĆ­a de los biólogos son, sin duda, ciencia.

El tipo de analfabetismo científico que rechaza la evolución por considerarla una creencia religiosa humanista puede tener como consecuencia serios errores en la comprensión de la vida humana y llegar incluso a provocar su pérdida. Veamos un ejemplo: en 1984 el doctor Leonard L. Bailey, de la facultad universitaria de medicina de Loma Linda (adventistas del séptimo día) intentó salvar la vida de Baby Fae, una niña nacida con graves malformaciones cardíacas. Bailey le implantó quirúrgicamente el corazón de un papión, pero el órgano fue rechazado de inmediato y la criatura murió.

Poco despuĆ©s se preguntó al mĆ©dico por quĆ© no habĆ­a utilizado un corazón de chimpancĆ©, en vez del de un papión, pues habrĆ­a supuesto posibilidades de Ć©xito mucho mejores, debido a la mayor proximidad evolutiva y adecuación genĆ©tica del chimpancĆ©. El doctor Bailey respondió que «no creĆ­a en la evolución» y, en cualquier caso, no comprendĆ­a quĆ© tenĆ­a que ver con la prĆ”ctica de la medicina.

La palabra evolución significaba en el siglo XVII el «despliegue» o «desarrollo» de un plan ya presente, como en la teorĆ­a de la preformación. TambiĆ©n significa, de manera similar, el desarrollo embrionario de un individuo.

Cuando Darwin comenzó a dirigir su atención a «ese misterio de misterios: el origen de las especies», la idea de que las especies cambian con el paso del tiempo se denominaba transmutación o hipótesis del desarrollo. En los artĆ­culos de Darwin-Wallace leĆ­dos ante la Linnean Society en 1858, que anunciaban el principio de la selección natural, ninguno de los autores empleó la palabra evolución, que tampoco apareció en la primera edición de El origen de las especies (1859). (Se lee por primera vez en la edición de 1869.)

En cuanto a la expresión supervivencia de los mÔs aptos, el primero en utilizar el término evolución en este contexto fue Herbert Spencer. Wallace y Darwin lo adoptaron mÔs tarde, pero entre el público, en general, ambas frases se han identificado totalmente con las teorías de Charles Darwin.

Fuente: Milner, Richard. Diccionario de la evolución. Barcelona: Biblograf, 1995.


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