Evolucion del tamaño y la forma del cuerpo de los hominidos
José Miguel Carretero, profesor titular de Paleontología en la Universidad de Burgos y galardonado en 1997 junto al resto del equipo del yacimiento de Atapuerca con el premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, analiza en este artículo publicado por la Fundación Juan March la evolución del tamaño y la forma del cuerpo de los homínidos.
Evolución del tamaño y la forma del cuerpo de los homínidos
El tamaño de un animal cualquiera no es un capricho de
la naturaleza, muy al contrario, el tamaño corporal es un factor de importancia
capital en la vida de cualquier especie, 1º) porque está relacionado con muchos
de los llamados «factores vitales» de nuestra vida; y 2º) porque cada nicho
ecológico está asociado a un determinado tamaño corporal, que solemos llamar
tamaño óptimo, y que depende, en parte, de la habilidad para conseguir y
procesar alimentos.
En términos darwinistas ser pequeño es maravilloso ya
que el potencial reproductivo es mucho mayor, luego: ¿qué ventajas tiene
entonces ser grande? Ser grande también tiene algunas ventajas, ya que el tamaño
afecta a un montón de factores esenciales de nuestra ecología. Entre otros
muchos podemos citar: 1º) Abre un amplio espectro de posibilidades dietéticas.
2º) Mejora las posibilidades de defensa contra los predadores. 3º) Permite
subsistir con alimentos de baja calidad ([energía basal] = [peso corporal]0,75.
Y 4º) Mejora la eficacia termorreguladora. En general, en un individuo grande la
relación superficie-volumen es pequeña (poca superficie y mucho volumen) lo que
ayuda a mantener el calor.
Bien, ¿y los homínidos somos grandes o pequeños? Los
primates son mamíferos de tamaño medio, pero considerando que la gran mayoría de
los mamíferos son los llamados micromamíferos, resulta que los homínidos,
incluso los primeros homínidos, son a todos los efectos mamíferos de gran tamaño
y viven por tanto vidas lentas.
Los primeros homínidos, a los que llamaremos de forma
general australopitecos, podemos definirlos como auténticos «chimpancés
bípedos». Quizá el esqueleto de australopiteco más famoso sea el de Lucy, de la
especie Australopithecus afarensis. Las hembras de esta especie medían
alrededor de 1 m y pesaban 30 Kg., mientras que los machos medían 1,50 m y
pesaban unos 50 Kg. (algo menos que un chimpancé). Su dimorfismo sexual era muy
elevado, casi tan grande como el del gorila, en el que un macho es 1,5 veces más
grande que la hembra. El dimorfismo sexual es otra variable relacionada con el
tamaño corporal y además con la biología social de las especies. El gran
dimorfismo sexual de A. afarensis se puede interpretar como una
adaptación para la lucha entre machos por el acceso a las hembras. Lo más
aceptado hoy en día es que estos homínidos quizá vivían en pequeños grupos
familiares en los que un macho controlaría unas pocas hembras (quizá no más de
dos o tres) y sus crías.
Otro factor en el que el tamaño del cuerpo influye
decisivamente es la encefalización, o relación entre el tamaño corporal y el
cerebral, que da una medida de la inteligencia. Los primeros homínidos eran algo
más pequeños que los chimpancés, sin embargo, sus cerebros eran un poco más
grandes que los de éstos. El ligero aumento de cerebro junto con un cuerpo
ligeramente menor significa necesariamente una mayor encefalización. Es decir,
que los australopitecos habían conseguido de una sola tacada dos adaptaciones
cruciales, la bipedestación y un mayor grado de encefalización respecto a los
primates anteriores en el tiempo.
Australopithecus garhi, es una especie de
homínido interesante para el tema que nos ocupa. Sus restos han sido hallados en
el este de Etiopía y están datados en 2,5 millones de años. Los huesos
postcraneales presentan un cambio en las proporciones entre los miembros
superior e inferior. El fémur se ha alargado sensiblemente con relación al
miembro superior como ocurre en los humanos, aunque aún presenta antebrazos
largos respecto a los brazos.
En 1964 y a partir de diversos fósiles encontrados en la
Garganta de Olduvai se define la especie Homo habilis, primer
representante de nuestro género con una antigüedad entre 2,5 y 1,8 millones de
años. El cerebro de H. habilis varia entre los 513 cc y los 650 cc. Del
cuerpo de estos primeros Homo sabemos poco, aunque parece que eran como
los australopitecos. Sin embargo, Homo habilis supone un gran cambio en
el plano ecológico: abandona el bosque, se hace consumidor de proteínas
animales, fabrica las primeras herramientas, aumenta su complejidad social y
probablemente desarrolla un lenguaje, aunque sorprendentemente su cuerpo sigue
siendo el de un australopiteco.
Hace 1,8 millones de años aparece en escena (África
oriental y Sudáfrica) un nuevo tipo humano al que llamamos H. ergaster.
El cuerpo de éste es plenamente humano y este homínido está ya preparado para
emprender la gran aventura que supone colonizar nuevos mundos. Algunos
individuos de esta especie habrían alcanzado el 1,80 m y un peso de 68 Kg., o
sea, un gigante en comparación con los homínidos precedentes e incluso grande
para nuestra propia especie. Toda su anatomía es muy similar a la nuestra y la
capacidad craneal de la especie estaba entre 800 y 900 cc.
Entre el H. ergaster de 1,6 millones de años y
los neandertales europeos clásicos (50.000 años B.P.) el vacío de fósiles
postcraneales era absoluto hasta que aparecieron los homínidos de la Sima de los
Huesos y la Gran Dolina de Atapuerca. La Pelvis I de la Sima de los Huesos,
apodada Elvis, nos ha aportado información crucial sobre la eficacia biomecánica
de la pelvis, el dimorfismo sexual en los humanos de hace 400.000 años, la edad
de muerte, la forma del cuerpo, el peso corporal, la estatura, la
encefalización, el proceso del parto y la altricialidad de estos homínidos.
Elvis tiene todos los rasgos morfológicos masculinos muy marcados y pertenece a
un varón sin lugar a dudas. Este individuo superó los 35 años, su estatura
estaría cercana al 1,80 m y su peso corporal superaría los 100 Kg. La robustez
de Elvis es exagerada y fuera de los rangos humanos actuales y además es
extraordinariamente ancha. Elvis, a pesar de ser un hombre, tiene unas
dimensiones del canal del parto enormes y podría haber dado a luz a un niño
actual. Esto significa que las mujeres de su especie con un canal del parto aún
más ancho habrían dado a luz a un feto del tamaño de los nuestros de una manera
ligeramente más cómoda. A pesar de ello, la forma del parto sería la misma que
en nuestra especie, es decir, doble rotación, salida anterior, gran flexión de
la columna vertebral y cara hacia abajo.
El cuerpo de Elvis, alto, robusto y muy ancho, es el
cuerpo primitivo presente en todos los representantes del género Homo
excepto uno, el H. sapiens, que se ha convertido en un humano «light».
Fuente: Boletín Informativo nº 323. Fundación Juan
March.
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