Comienzos de la urbanización africana y la interacción global
Los Ensayos Históricos de Encarta reflejan el conocimiento y la visión de destacados historiadores. En este ensayo, Maghan Keita, de la Universidad de Villanova, analiza el auge de las áreas urbanas y los estados africanos durante la edad media y sostiene que el comercio practicado en estas regiones dio lugar al papel de África en las exploraciones y el comercio llevados a cabo durante la edad contemporánea.
Comienzos de la urbanización africana y la interacción global
Por Maghan Keita
Desde el 500 a.C. hasta el siglo XIX d.C. se produjeron en África numerosas
migraciones. Las migraciones bantúes desde el África ecuatorial hacia el sur del
continente, que duraron hasta aproximadamente el año 4 d.C., simbolizan los
lazos lingüísticos que unen a dos tercios del continente africano. Sin embargo,
desde el 300 hasta el 1000 d.C., el hecho que pudo unir las diferentes regiones
africanas entre sí y, a su vez, al resto del mundo, fue la urbanización.
Mediante este proceso, las localidades rurales, que en un principio estaban al
servicio únicamente de sus habitantes locales, fueron desarrollándose hasta
convertirse en centros de comercio, religión y gobierno al servicio de una
región más extensa. El proceso de urbanización y el comercio que propiciaron
dieron lugar a la creación de los grandes estados del continente africano,
contribuyendo asimismo al comercio global y a las exploraciones de la era
moderna.
Desarrollo inicial de ciudades y estados
Hacia 300 d.C. muchas ciudades africanas eran centros de
comercio que tenían una intensa actividad intelectual y de intercambio, aunque
también actuaban como sede de la administración civil y religiosa. Estas
ciudades africanas representaban la diversidad de los estados que habían ayudado
a crear. Aunque las ciudades y estados del continente africano diferían entre
sí, la mayoría de ellos se caracterizaban por tener una cultura urbana, es
decir, una cultura característica de su población y densidad estructural y de la
cual surgen diferentes organizaciones sociales y políticas específicas del
lugar. Esta cultura trascendía en muchos aspectos a los medios lingüísticos,
religiosos y étnicos. La urbanización y la consiguiente formación de estados
crearon un lenguaje y una cultura local específicos. Las ciudades, a su vez,
también representaban los rasgos y símbolos culturales intercambiados entre las
diferentes sociedades a través de los siglos.
Los antiguos y sofisticados procesos de urbanización y
formación de estados se observan ya en la civilización egipcia. Egipto simboliza
la cultura urbana, la formación de estados y la amplia interacción cultural de
las civilizaciones antiguas. Contemporánea al antiguo Egipto fue la región de
Nubia (Kush, o reino cusita), famosa por sus complejos urbanísticos. Las famosas
ciudades de Meroë y Napata actuaban como centros administrativos, capitales de
sus regiones y hogar para diferentes poblaciones.
Nubia, sus ciudades, su comercio así como su nivel
cultural resultaron críticos para la identificación y construcción de ciudades
en África oriental a principios de la era cristiana. En Nubia se centra al menos
una teoría de difusión cultural. Según esta teoría, Nubia y su legado están
vinculados a la difusión regional del cristianismo y al desarrollo de la
tecnología del hierro en el centro y el oeste de Sudán.
Hacia el este, atravesando el valle del Alto Nilo,
surgió el reino de Aksum (actualmente, el norte de Etiopía) que se labró su
identidad a través de su economía política, su comercio y sus alianzas
político-religiosas con el estado judío inicial. A principios del periodo
medieval (hacia el 400) y a lo largo del siglo XV, la fama de Aksum como Estado
cristiano y potencia comercial era celebrada tanto en Europa, como en el
suroeste de Asia y en el propio continente africano. Según el monje egipcio
Cosmas, que vivió en el siglo VI, los barcos que partían de Adulis, principal
ciudad portuaria de Aksum, viajaban por el golfo Pérsico y por el este hasta
Indonesia. En los siglos de las Cruzadas (entre el 1095 y aproximadamente 1291),
los guerreros europeos buscaban compañeros de armas en Aksum y en la Nubia
cristiana.
Etiopía
Las características míticas del Estado etíope, vinculado
a la línea de Salomón y al cristianismo, también tuvieron que ver en las pugnas
religiosas que caracterizaron gran parte de la historia del este de África entre
400 y 800. Entre los siglos I y V gran parte de los problemas críticos de la
joven Iglesia eran estudiados y resueltos por africanos. Algunos de los primeros
registros históricos confirman que, hasta aproximadamente 1500, los etíopes a
menudo actuaban de forma decisiva en la resolución de disputas doctrinales.
Algunos documentos de la Iglesia también revelan que a menudo los líderes de la
Iglesia se referían a los etíopes o nubios (como se les conocía en los
primeros tiempos de la Iglesia) como “queridos cristianos negros de Nubia y de
los demás países del Alto Egipto.”
La Etiopía cristiana era un dominio imperial. Su poder
religioso y comercial le garantizaba el reconocimiento de los reinos bizantinos
y de las muchas sociedades y estados surgidos en el mundo islámico. La fama de
Etiopía llegaba hasta las costas de la Europa atlántica.
La costa swahili
En la costa oriental africana, las actividades
comerciales ayudaron al auge del Egipto romano, estimuladas probablemente por
Nubia y Aksum. Los lugares de estas actividades se describen ya en el siglo I en
el Periplo del mar de Eritrea (100? d.C., de autor desconocido). Durante
el siglo I, el comercio estaba vinculado a la urbanización desde Mogadiscio, en
la actual Somalia, por el norte hasta, Sofala, en el actual Mozambique, por el
sur. Estas ciudades y los estados a los que servían iniciaron una fusión de
cultura preislámica que marcó una de las muchas manifestaciones de la cultura
afroárabe. La variante de esta cultura que ha sobrevivido hasta nuestros días se
denomina swahili. Las estructuras comerciales y urbanas swahilis eran
sofisticadas y generaron tanta riqueza que 1.500 años después seguían asombrando
a los visitantes europeos.
África central y meridional
Tierra adentro de los límites más meridionales de la
cultura swahili (Sofala y Chibuene) se encuentra el reino sudafricano de Gran
Zimbabue y su gran ciudad homónima. Una fuente de especulación histórica afirma
que Gran Zimbabue y otros centros de actividad urbana estuvieron vinculados a
través del comercio desde el siglo I hasta el siglo V d.C. El auge de Gran
Zimbabue (hacia 1400) implica que la urbanización y el comercio ya existían
desde hacía tiempo en el sur de África y que los constructores de estos lugares
emplearon técnicas ya conocidas en tiempos prehistóricos.
La capital de Gran Zimbabue era inmensa, imponente y
misteriosa. Su alcance e influencia iban a la par con su grandeza. Registros
históricos sobre el enorme tamaño de la ciudad, su arquitectura, demografía y
estructura de clases indican la existencia de un espacio urbano complejo e
intrincado. Sin embargo, los investigadores piensan que aunque Gran Zimbabue
puede haber sido uno de los mayores espacios urbanos del sur de África, sin
embargo no era el único. También sabemos que Gran Zimbabue participaba en el
comercio que tenía lugar por las costas del océano Índico de diferentes
productos, entre los que más tarde se encontrarían porcelanas de China, así como
en el intercambio de estilos arquitectónicos islámicos y swahili. La extensión y
el estilo de la ciudad de Gran Zimbabue reflejaban el comercio regional e
internacional existente.
Y aunque Gran Zimbabue simbolizaba la grandeza, también
representaba a comunidades urbanas más pequeñas que salpicaban el paisaje del
sur de África y que pudieron ser anteriores al propio Gran Zimbabue. La
evidencia arqueológica relacionada con Gran Zimbabue sugiere que el comercio del
oro, que el escritor árabe Ibn Batuta (1304-1369) pensaba que enlazaba el
interior del sur de África con la costa swahili, ya había comenzado varios
siglos antes de los escritos de aquél. Esto implica que los procesos de
urbanización en el sur de África pudieran haber tenido lugar durante los siglos
IX y X.
A finales del periodo romano (desde el 300 hasta el 400)
la distribución de los productos del comercio africano llegaba hasta China.
Existían ciudades en la costa mediterránea de África que eran anteriores a la
ocupación romana, y las ciudades asociadas a fenicios y griegos mantenían unas
relaciones comerciales al menos limitadas con el interior de África. Algunas
rutas comerciales se extendían desde la costa hasta la sabana. Evidencias de
estas rutas para carros se encuentran en dibujos sobre la roca tanto en el
centro como en el oeste de Sudán. Estas rutas sugieren que existió un comercio
entre el Mediterráneo y el interior del continente desde el siglo I hasta el
siglo X, aunque a veces de forma intermitente.
La ocupación urbana comenzó entre los siglos I y IV en
la parte baja del bucle del río Níger en lugares tales como Jenne-Jeno. Jenne,
la ciudad que surgió de esta ocupación, fue disputada entre la edad media y la
edad moderna por tres estados imperiales, Ghana, Malí y Songay, imperios
africanos del oeste de Sudán que estuvieron relacionados de alguna forma con la
ciudad de Jenne.
Las redes comerciales en expansión entre los años 600
y 1000 d.C.
Hacia 600 y los inicios del islam, la parte occidental y
central de Sudán ya era un hervidero de ciudades, y con el tiempo todavía habían
de surgir muchas más. Aunque estas ciudades estuvieran dominadas por diferentes
lenguas o etnias, compartían una cultura urbana común que permitía la existencia
de amplias redes comerciales. Los productos y la cultura se desplazaban de oeste
a este, de norte a sur y viceversa. La seguridad de las estructuras urbanas
garantizaba el intercambio comercial y el auge del islam en el Sudán.
El reino soninké de Ghana representa la formación de
estados en el oeste del Sudán africano a comienzos del periodo medieval. Las
tradiciones orales y escritas de Ghana permiten rastrear el origen y las
transiciones hasta la formación de ciudades así como la expansión del reino de
Ghana a través de las conquistas y el comercio. A finales del siglo VIII los
cronistas árabes denominaban a Ghana la “tierra del oro.” Las redes comerciales
establecidas por el estado en la era preislámica (entre el 400 y el 600)
resultarían más tarde de gran atractivo para los comerciantes musulmanes. Ghana
ilustra la era y longevidad del comercio transsahariano y sirvió de base
asimismo para los siguientes estados de Malí y Songay.
Las rutas transsaharianas y los vínculos swahili en la
costa formaban redes comerciales que no sólo conectaban a África con una
economía global sino que también realimentaban la dinámica local y regional del
comercio africano. El comercio internacional y el regional dieron lugar al
establecimiento de ciudades en la costa y el interior. Las ciudades actuaban
como imanes para los comerciantes y sus productos. A su vez, la seguridad que
estas ciudades ofrecían a sus clases comerciantes, tanto nativas como
extranjeras, hablaba en favor de las proezas de los estados y de la capacidad
del aparato del estado para controlar recursos y rutas.
Hacia el siglo X surgió un fuerte impulso de
urbanización en el extremo sudeste del continente, desplazándose desde Gran
Zimbabue al este hacia la costa, al norte hacia Egipto, a través del Sudán, y
hacia el sur hacia la región de bosques que desemboca en la costa atlántica. El
avance hacia el sudoeste de este impulso de urbanización inicial dio
literalmente lugar a las nuevas ciudades y estados africanos que se convertirían
en miembros igualitarios del mundo atlántico posterior. Una parte considerable
de la herencia de las nuevas ciudades africanas estaba ligada al comercio
regional e internacional de las ciudades y estados precedentes, es decir, el
comercio transsahariano y swahili.
Los geógrafos y cronistas árabes del siglo VIII fueron
de los primeros en mencionar estos primeros espacios urbanos surgidos entre los
siglos IV y X, que más tarde dirigirían y estimularían la era moderna. Las
ciudades y reinos creados en un continente rico en oro, agricultura y otros
productos, permitió conectar rápidamente a los pueblos de todas las regiones a
través de redes culturales y comerciales. La urbanización fue un indicador de
una actividad comercial de largo alcance que unió a África a nivel regional y a
nivel internacional con países tan remotos como China. A medida que crecían los
centros urbanos, también lo hacía el comercio y el intercambio religioso y
cultural.
Acerca del autor: Maghan Keita, profesor asociado
de Historia en la Universidad de Villanova, es autor entre otras publicaciones
de Riddling the Sphinx: Race, the Writing of History y America's
Culture Wars.
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