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Los desiertos argentinos


A grandes rasgos, en la Tierra se pueden distinguir dos cinturones de aridez, uno en el hemisferio norte y otro en el hemisferio sur, que se extienden fundamentalmente entre los 20º y los 40º de latitud. La existencia de éstos obedece a la circulación atmosférica, que en estas latitudes da origen a zonas de alta presión y a vientos secos, así como a las corrientes oceánicas frías y a otros factores locales (clima, rasgos geológicos y acción antrópica) que acentúan, o al menos mantienen, las condiciones de aridez de cada desierto en particular. En la actualidad, el término desierto también se aplica a las regiones cubiertas por los hielos y las nieves perpetuas de las latitudes polares. En territorio hispanoamericano se localizan varios desiertos, algunos fríos, como el de la Patagonia, en el sureste de Argentina. El texto que aparece a continuación describe brevemente las tres regiones desérticas de este país.

Fragmento de Desiertos de Iberoamérica.

De Hilda Flores y Javier Valdés.

Capítulo III: Los desiertos argentinos y de altura.

Patagonia, Puna y Monte son las tres zonas áridas de Argentina. El desierto de Patagonia está ubicado al sureste del país y es considerado uno de los cinco más grandes del mundo, dado que abarca 670.000 km2, o sea, bastante más que el territorio de Francia. El desierto de Puna se encuentra al norte de Argentina y se extiende a través de las partes altas de los Andes a manera de un cinturón altitudinal entre los 3.400 y los 4.500 metros. El desierto de Monte se localiza al oeste del país, comprende una gran superficie, tanto en latitud como en altitud, ya que va desde el nivel del mar hasta los 2.800 m en la provincia de Salta.

Pero la formación de Puna desborda Argentina por todo el Altiplano andino hacia el norte, por Bolivia y Perú, englobando espacios semidesérticos, como la llamada estepa de tola, que también se desarrolla en el Altiplano de estos tres países, adonde no llegan los vientos húmedos.

La región de Patagonia corresponde en realidad a un semidesierto frío con lluvias en invierno y heladas muy frecuentes, pues en promedio están ausentes tan sólo cien días al año. Además, es azotado todo el año por fuertes vientos fríos. Es un desierto de poca altura sobre el nivel del mar. Debe su carácter frío a la proximidad de la Antártida; y su aridez, a la corriente fría de las Malvinas y al efecto de sombra orográfica (efecto Foehn), puesto que está en la zona de los vientos del oeste, a la sombra de los Andes, que condensan su humedad y, cuando descienden a la Patagonia, han perdido las reservas de humedad y la capacidad de precipitación.

La región de Puna también es un desierto frío con vientos fuertes y permanentes, que por su situación presenta grandes variaciones de temperatura durante el día. Hay una alta frecuencia de días con heladas que se presentan durante el invierno, llegándose a producir también lluvias. En verano son frecuentes las granizadas.

El desierto de Monte se diferencia de los otros dos semidesiertos argentinos en que más de la mitad de las precipitaciones tienen lugar durante la estación cálida. Estas lluvias son esporádicas y de carácter torrencial, lo que se traduce en una marcada erosión del terreno. Los vientos calientes y secos descienden de la cordillera durante el verano afectando fuertemente al hombre, las plantas y los animales. Las lluvias en la parte norte de este desierto tienen lugar durante el verano, mientras que en la porción sur, en invierno. En la parte norte, además, existen valles encerrados entre altas montañas donde llueve menos de 100 mm anuales, debido a que las cadenas montañosas del oeste retienen las lluvias procedentes del océano. En estos ambientes se encuentran comunidades de seres vivos que se han adaptado perfectamente a una aridez extrema.

Los suelos de los desiertos de argentina son muy variados dependiendo de su altitud, declive y otros factores.

Tanto los desiertos de Patagonia como los de Monte muestran múltiples aspectos de la erosión causada por el viento y el agua. El primero es el agente más importante por su elevada intensidad, su dirección predominante Oeste-Este y su estacionalidad, que coincide con el período de mayor evaporación, provocando la inestabilidad de los suelos.

El proceso de erosión está favorecido por la disposición y naturaleza de los materiales que se encuentran en la región, como son los afloramientos de sedimentos blancos marinos y continentales, las depresiones someras que se enjuagan periódicamente y las áreas salinizadas.

Un fenómeno que causa una gran erosión es el sobrepastoreo en zonas de baja y escasa vegetación; este agresivo aprovechamiento del medio obstaculiza la fijación del suelo.

En Patagonia se ha calculado recientemente que existen alrededor de 123.230 km2 de tierras erosionadas. Una de las formaciones más características modeladas por la fuerza eólica son las llamadas lenguas, acumulaciones de arena transportada y depositada en franjas angostas paralelas a la dirección del viento. En Monte no hay grandes zonas de dunas arenosas; al norte encontramos algunas móviles y dispersas, y cerca de Cafayete, algunas más grandes.

Las regiones con menos de 200 mm de precipitación al año muestran formas modeladas por la erosión hídrica, como barrancas, valles, etc. Rara vez las formas de erosión tienen un origen único, puesto que normalmente son resultado de la acción del agua y del viento. Al este de Cachi, en el desierto de Monte, a partir de los 2.000 metros, existen áreas muy erosionadas, donde las cadenas de cerros descubren rocas muy desgastadas.

Fuente: Flores, Hilda y Valdés, Javier. Desiertos de Iberoamérica. Madrid: Biblioteca Iberoamericana. Ediciones Anaya, S.A., 1988.

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