Los recursos pesqueros, en peligro
El artĆculo Las pesquerĆas mundiales, en peligro analiza la problemĆ”tica de la sobrepesca que, al no respetar el ritmo de reproducción de las especies piscĆcolas, estĆ” llevando a una drĆ”stica reducción de la ictiofauna, incluso al cierre de algunos caladeros. En el fragmento siguiente se describe cómo el perfeccionamiento de las tĆ©cnicas de captura ha contribuido a este grave problema.
Fragmento de Las pesquerĆas mundiales, en peligro.
De Carl Safina.
¿Cómo se llegó a tamaƱo desastre? Durante los aƱos
cincuenta y sesenta se produjo una explosión de técnicas pesqueras. Se adaptaron
algunas militares para las faenas de alta mar. El radar permitĆa a los barcos
navegar entre niebla espesa; gracias al sonar, se detectaban los cardĆŗmenes
sitos a gran profundidad bajo la opaca sÔbana del mar. Medios electrónicos
puestos al servicio de la navegación, como el LORAN (Navegación a Gran
Distancia), y sistemas de posicionamiento mediante satƩlite transformaron un mar
sin caminos en una retĆcula; los barcos podĆan asĆ retornar, dentro de un margen
de error de 15 metros, al punto deseado: los lugares donde los peces se
congregan y crĆan. Los barcos reciben, por vĆa satĆ©lite, mapas de los frentes
térmicos del agua, que les sirven de orientación para saber por dónde se
desplazarƔn los peces. Algunos barcos faenan auxiliados por aviones que les
señalan la formación de bancos.
Muchas unidades de la flota pesquera son verdaderas
fĆ”bricas flotantes. Manejan artes de vastĆsimas proporciones: palangres de 130
kilómetros de longitud sumergidos con miles de anzuelos cebados, redes de
arrastre en forma de saco con capacidad para tragarse el equivalente a 12
aviones de la clase jumbo, y redes de deriva de 65 kilómetros de largo,
empleadas todavĆa por algunos paĆses. La presión que ejerce la pesca industrial
es tan intensa, que cada aƱo se extrae del 80 al 90 por ciento de los peces de
algunas poblaciones.
AsĆ, a lo largo de los Ćŗltimos 20 aƱos, la industria
pesquera ha tenido que habƩrselas, de forma creciente, con el problema
consiguiente, a saber, que la tasa de pesca iba por delante de la capacidad
reproductora de las especies. Para contrarrestar las pƩrdidas de especies
demandadas, los pescadores han ido cambiando hacia otras de menor valor, que por
lo general se encuentran a un nivel inferior de la red trófica. Pero esta
prĆ”ctica sustrae alimento a peces mayores, mamĆferos y aves marinas. Durante los
aƱos ochenta, cinco de las especies del grupo menos demandado constituyeron ya
cerca del 30 por ciento de la captura pesquera mundial, pero supusieron sólo el
6 por ciento de su valor monetario. Hoy, apenas quedan otras especies que
admitan una explotación comercial.
Con la caĆda de las especies antaƱo demandadas, algunas
empresas han optado por la acuicultura para compensar el dĆ©ficit. La crĆa
artificial ha duplicado su producción en los últimos diez años, aumentando en
cerca de 10 millones de toneladas desde 1985. En el mercado hay ahora mƔs peces
de agua dulce procedentes de granjas que de pesquerĆas naturales. La crĆa de
salmones marinos en granjas tambiƩn rivaliza con su pesca; cerca de la mitad de
los camarones que se venden hoy se crĆan en estanques. En su conjunto, la
acuicultura proporciona la quinta parte del pescado consumido.
Contra lo que cupiera esperar, el desarrollo de la
acuicultura no ha relajado la presión sobre las poblaciones naturales. Peor
todavĆa, puede incrementarla. Las granjas de camarones han creado una demanda de
capturas que no tienen mƔs sentido que el de alimentarlos; se trata de la
novedosa pesca de biomasa. En efecto, los acuicultores camaroneros de ciertos
paĆses estĆ”n invirtiendo ahora en redes de arrastre de malla fina para capturar
todo lo que pueden como alimento para los camarones. Buena parte de esta pesca
de biomasa estĆ” constituida por juveniles de especies valiosas, es decir, antes
de que lleguen a la madurez reproductora.
Las granjas de peces pueden tambiƩn daƱar a las
poblaciones naturales porque la construcción de rediles a lo largo de la costa
suele requerir la tala de manglares; las raĆces sumergidas de estos Ć”rboles
tolerantes de la sal proporcionan una guarderĆa natural para camarones y peces.
SegĆŗn estudio de Peter Weber, del Instituto Worldwatch, la acuicultura es una de
las principales razones de la destrucción de la mitad de los manglares del
mundo. AdemƔs, la acuicultura constituye una amenaza contra los peces marinos
porque algunos de sus productos mƔs valiosos, como meros, canos o anguilas, no
pueden reproducirse en cautividad y se crĆan a partir de peces acabados de salir
del huevo que se capturan en la naturaleza: la captura incesante de alevines
diezma todavĆa mĆ”s las poblaciones de estas especies.
Por otro lado, la acuicultura resulta ser un mal
sustituto de la pesca: exige una inversión importante, espacio y gran cantidad
de agua limpia. La mayorĆa de los habitantes de las costas superpobladas del
planeta carecen de tales recursos. Tal como se lleva a cabo en muchas naciones
del Tercer Mundo, la acuicultura suele limitarse a camarones y especies caras de
peces para su exportación a paĆses mĆ”s ricos, mientras que los lugareƱos han de
subvenir a sus propias necesidades con los recursos menguantes del mar.
Fuente: Safina, Carl. Las pesquerĆas mundiales, en
peligro. Investigación y Ciencia. Barcelona: Prensa CientĆfica, febrero,
1996.
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