Tectónica de placas
Según la teoría de la tectónica de placas, la corteza
terrestre está compuesta al menos por una docena de placas rígidas que se mueven
independientemente. Estos bloques descansan sobre una capa de roca caliente y
flexible, llamada astenosfera, que fluye lentamente a modo de alquitrán
caliente. Los geólogos todavía no han determinado con exactitud como interactúan
estas dos capas, pero las teorías más vanguardistas afirman que el movimiento
del material espeso y fundido de la astenosfera fuerza a las placas superiores a
moverse, hundirse o levantarse.
El concepto básico de la teoría de la tectónica de
placas es simple: el calor asciende. El aire caliente asciende por encima del
aire frío y las corrientes de agua caliente flotan por encima de las de agua
fría; el mismo principio se aplica a las rocas calientes que están bajo la
superficie terrestre: el material fundido de la astenosfera, o magma, sube hacia
arriba, mientras que la materia fría y endurecida se hunde cada vez más hacia al
fondo, dentro del manto; la roca que se hunde finalmente alcanza las elevadas
temperaturas de la astenosfera inferior, se calienta y comienza a ascender otra
vez. Este movimiento continuo y, en cierta forma circular, se denomina
convección. En los bordes de la placa divergente y en las zonas calientes de la
litosfera sólida, el material fundido fluye hacia la superficie, formando una
nueva corteza.
Deriva continental
La teoría de la tectónica de placas no alcanzó amplia
aceptación hasta las décadas de los sesenta y los setenta. Antes de esos años,
la mayoría de los científicos creían que los continentes y océanos terrestres
estaban fijos. A comienzos del siglo XX, el meteorólogo alemán Alfred Wegener,
popularizó y actualizó una teoría de Snider (1858) afirmando que los continentes
se desplazan, debido a la debilidad de la corteza oceánica; y sugirió que todos
los continentes procedían de la rotura de dos supercontinentes llamados Gondwana
y Laurasia que antes del mesozoico estuvieron unidos formando la Pangea, un
enorme supercontinente. Hace unos 200 millones de años, la Pangea se rompió en
placas distintas que lentamente se separaron entre sí, llegando a la disposición
continental actual.
Uno de los hechos más evidentes que convenció a Wegener
fue el encaje casi perfecto entre la costa oriental de América del Sur y la
costa occidental de África, lo que es muy evidente cuando se ve por primera vez
un globo o mapa del mundo. Para apoyar su teoría, señaló que las formaciones
rocosas de los lados opuestos del Océano Atlántico -en Brasil y África
occidental- coinciden en edad, tipo y estructura. También, las formaciones
contienen fósiles de las mismas especies terrestres, de manera que América del
Sur y África debían haber estado conectadas anteriormente.
En años posteriores, los descubrimientos científicos
empezaron a apoyar los aspectos fundamentales de la teoría de Wegener. Los
geólogos demostraron la existencia de un débil movimiento de la astenosfera, que
está por debajo de la corteza, a profundidades de 50 a 150 km. Además, los
científicos en la década de los años veinte utilizaron el sonar, un dispositivo
de sonda de eco, para determinar las profundidades del océano y levantar un mapa
del fondo marino, y llegaron a la conclusión que la Dorsal Media del Atlántico,
descubierta en el siglo XIX, era parte de un sistema de cordilleras oceánico
mundial. Toda esta teoría ha sido sustituida por la hipótesis mucho más
sofisticada de la tectónica de placas.
Expansión oceánica
Los indicios adicionales de la tectónica de placas
llegaron en las décadas de los cincuenta y los sesenta. Durante este periodo,
los científicos descubrieron que todos los fragmentos de rocas conservan un tipo
de disposición magnética cuando éstas se forman. Los geofísicos también
conocieron que el campo magnético terrestre ha oscilado pues el polo norte
magnético, que en la actualidad se sitúa junto al polo norte geográfico, ha
estado en otras épocas en el polo sur geográfico; estas inversiones tienen lugar
aproximadamente cada dos millones de años. Con este conocimiento, examinaron
ambos lados de las cordilleras oceánicas y encontraron que las rocas de un lado
de la cordillera producían una disposición geomagnética opuesta a la de las
rocas del otro lado, como si se tratara de la imagen de un espejo.
Las rocas más cercanas a la cresta de la cordillera eran
relativamente jóvenes, pero a medida que aumentaba la distancia, la edad de las
rocas era más antigua. Además, los sedimentos marinos eran bastante más densos y
más antiguos cuanto más alejados de la cordillera, mientras que la cordillera
misma no tenía prácticamente depósitos sedimentarios. Estas observaciones,
añadidas a aquellas sobre la circulación del flujo incandescente en la dorsal,
confirmaron la creación de corteza nueva en la dorsal centro-oceánica y el
mecanismo de expansión oceánica, por el cual se puede afirmar que el fondo
oceánico es más antiguo cuanto más próximo se halla al continente.
Después que la roca fundida alcanza el fondo marino como
lava, el agua fría del fondo del mar rápidamente enfría y consolida el material.
Para hacer sitio a esta adición continua de nueva corteza, las placas de
cualquier lado de la cordillera deben separarse constantemente. En el Océano
Atlántico norte, el grado de movimiento de cada placa es sólo de 1 a 2 cm al
año. Sin embargo, en el Océano Pacífico puede ser de más de 10 cm al año.
Subducción
La Fosa de las Marianas, al este de las Islas Marianas
en la zona occidental del Océano Pacífico, es la zona de fondo marino más
profunda del mundo a 11.033 m. La Fosa de las Marianas es una de las muchas
profundas fosas océanicas formadas por los procesos geológicos de subducción.
Durante este proceso, los bordes de las placas sufren una subducción, es decir,
se introducen por debajo del borde de otra placa, generalmente de naturaleza
continental. La corteza oceánica es impulsada dentro del manto y parcialmente
fundida.
Un efecto importante de la fusión de la corteza oceánica
es la producción de nuevo magma. Cuando la corteza oceánica se funde tras la
subducción, el magma que forma puede elevarse desde el plano de subducción
profundo, dentro del manto, saliendo mediante erupciones a la superficie de la
Tierra. Por este mecanismo se han creado cadenas de islas volcánicas alargadas y
en forma de arco, como Japón, Filipinas y las Islas Aleutianas. Cuando una placa
oceánica se introduce por debajo de la corteza continental, el magma producido
por la fusión, en la subducción, brota en los volcanes situados en las cadenas
montañosas largas y alineadas paralelas a la costa, como la Cordillera de los
Andes de América del Sur.
Bordes de las placas
Las placas son, pues, grandes fragmentos de la litosfera
en continuo movimiento unos respecto a otros. Los continentes forman parte de
esas placas y se mueven con ellas. Se pueden distinguir 17 placas (ver índice de
placas), limitadas por bordes, donde se concentra todo el movimiento de las
placas adyacentes, la actividad sísmica y el vulcanismo. Muchos bordes de placa
están situados en el centro del océano. Hay tres tipos de bordes de placa:
divergente, convergente y transformado.
Los bordes divergentes (también conocidos como
constructivos) existen allí donde las placas se desplazan en direcciones
opuestas una de otra, separándose por el material incandescente que asciende
desde la astenosfera para rellenar las fracturas abiertas. Una fuerza adicional
implicada en la divergencia puede ser la subducción de la corteza más pesada,
antigua y densa del extremo opuesto de cada borde divergente: como el borde
pesado se hunde, arrastra al resto de la placa con él, abriendo la línea de
divergencia. Los bordes divergentes se localizan tanto en los fondos oceánicos
como en la superficie de los continentes y dan lugar a unas estructuras muy
características llamadas dorsales oceánicas y fosas tectónicas. Las dorsales
oceánicas son cordilleras submarinas que se extienden y ramifican a través de
todos los oceános. En ocasiones experimentan grandes desplazamientos
horizontales, de forma que su trazado no es continuo sino que está fallado;
partes de estas dorsales son bastante altas y sobresalen por encima de la
superficie oceánica, en lugares como Islandia en el Océano Atlántico norte. Las
fosas tectónicas son zonas alargadas y estrechas, en las que la corteza
continental está hundida con relación a las áreas adyacentes. El ejemplo más
interesante es el Rift Valley, que se extiende a lo largo de 4.830 km desde
Siria hasta Mozambique, desde los Taurus hasta el río Zambeze. La divergencia ha
causado que la corteza terrestre adelgace y caiga a lo largo de este borde de
placa.
Un borde en el que dos placas colisionan y se pierde
fondo oceánico por inmersión es un borde convergente o destructivo. Cuando una
placa oceánica, como la Placa de Nazca que se desplaza hacia el este bajo la
zona suroriental del Océano Pacífico, encuentra un borde continental como
América del Sur, la corteza oceánica más densa y pesada se introduce debajo de
la placa continental y se fusiona parcialmente. Los terremotos pueden suceder en
estos márgenes de placa a lo largo del plano de deslizamiento o plano de
Benioff, moviendo las placas hacia arriba 5 m en una sola sacudida. Si chocan
dos placas oceánicas se origina un arco de islas volcánico, o una fosa oceánica
como las de Chile, Japón, Taiwan, Filipinas, Nueva Zelanda y Isla de Sumatra.
Cuando colisionan dos placas continentales, la corteza de ambas empuja hacia
arriba, creando cadenas montañosas. La colisión de la India con el continente
asiático formó el Himalaya. De hecho, la cordillera montañosa crece hoy en
altura a causa de que la India y Asia todavía convergen.
En un borde de transformación, las placas se desplazan
cada una en direcciones opuestas lateralmente entre sí, sin crear ni destruir
fondo oceánico. Una pequeña actividad volcánica acompaña a los bordes de
transformación, pero se pueden dar terremotos grandes o de poca intensidad. La
Falla de San Andrés en California, Estados Unidos, es el ejemplo más famoso de
este tipo de bordes.
La revolucionaria teoría de la tectónica de placas forma
la base del pensamiento de la geología moderna y explica muchas de las formas
terrestres actuales además del movimiento de los continentes. Esta teoría
también proporciona una explicación para muchos de los terremotos y volcanes del
mundo. La mayoría de los terremotos y erupciones volcánicas ocurren cerca de los
márgenes de las placas. Desgraciadamente, existen muchas ciudades grandes
situadas en los bordes de las placas, como ocurre a lo largo del Cinturón de
Fuego, una zona de intensa actividad volcánica y sísmica que rodea el Océano
Pacífico. Los seres humanos sufren repetidamente los efectos de estas
manifestaciones a menudo catastróficas de la actividad tectónica.
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