Urbanización y ciudades
¿Qué es una ciudad?
En la historia de la especie, sólo desde hace poco
tiempo los seres humanos se concentran en asentamientos densamente poblados y
altamente estructurados a los que denominamos ciudades. Las primeras ciudades
nacieron hace unos 5.000 años, pero su tamaño y número sólo ha aumentado de
forma significativa en los últimos 200 años, con la aparición y difusión de la
industrialización y con el crecimiento en progresión geométrica de la población
mundial. A comienzos de este siglo sólo una de cada diez personas vivía en una
ciudad, pero hoy la proporción de habitantes urbanos y rurales es prácticamente
la misma. En el año 2025, casi dos terceras partes de la población del mundo
vivirá en zonas urbanas.
Muchas personas tienen un sentimiento ambivalente hacia
la ciudad, en la que ven los mejores y los peores aspectos de la civilización.
Por otra parte, la diversidad de gentes y actividades fomentan la innovación y
la creatividad, que a su vez crean oportunidades que atraen aún a más gente.
Pero los problemas de hacinamiento, delincuencia, pobreza y contaminación pueden
ser muy graves. Así, las ciudades han llegado a ser el reflejo de las esperanzas
y los temores del mundo moderno.
La definición de zona urbana como opuesta a la zona
rural varía de un país a otro. Pese a que la mayoría de los demógrafos
aceptarían que una ciudad es una zona grande, densamente poblada y construida,
no llegan a un acuerdo sobre cómo definir lo urbano utilizando medidas
objetivas. Casi todos los países utilizan una combinación de criterios, que
normalmente son la cifra de población, la densidad de población y las
dimensiones de la zona construida. Sin embargo, son pocos los países que emplean
las mismas medidas. En Estados Unidos, por ejemplo, los empadronadores
consideran zonas urbanas las que tienen al menos 2.500 habitantes, pero en el
Reino Unido la cifra son 1.000 habitantes. Tales diferencias hacen difícil
establecer comparaciones entre los países.
En términos económicos, todas las ciudades son similares
en la diversidad de actividades que ofrecen, como las manufacturas, la venta al
por menor y los servicios. Estas funciones son la base económica de la ciudad y
generan empleo y riqueza. Cuanto más grande sea una ciudad, más numerosas y
especializadas serán sus funciones. En cambio, las ciudades más pequeñas y los
pueblos tienen menos funciones y éstas suelen ser de naturaleza más general. En
el campo de la atención sanitaria, por ejemplo, es habitual encontrar clínicas
en muchos sitios, pero los hospitales especializados normalmente están sólo en
las grandes ciudades.
Existen varios motivos para concentrar una serie de
funciones en las ciudades. La elevada cifra de residentes urbanos sustenta la
demanda de funciones especializadas. La reunión o aglomeración de actividades
afines ahorra tiempo y dinero. Además, las ciudades se comunican con otros
núcleos a través de la red de transportes, que facilita la llegada a la ciudad
de gentes de otros lugares para acceder a los bienes y servicios que
ofrece.
Las ciudades pueden definirse igualmente por su
composición social. En general se trata de lugares con una población numerosa,
densa y heterogénea. Algunas personas afirmarían que tales características dan
lugar a un modo de vida claramente urbano. En el pasado, cuando las ciudades
estaban perfectamente diferenciadas de los campos circundantes y las
comunicaciones eran más limitadas que en la actualidad, este modo de vida urbano
se limitaba a las ciudades propiamente dichas. A medida que las ciudades han
crecido y la comunicación de masas ha dado a conocer los valores urbanos, cada
vez es más difícil señalar un estilo de vida exclusivamente urbano.
El proceso de urbanización
Se dice que un país está urbanizado cuando aumenta su
número de ciudades, crece la población de las urbes y se eleva la proporción de
personas que viven en zonas urbanas. El grado de urbanización varía de unos
lugares del mundo a otros, pero en general refleja la prosperidad de cada
nación. Los países ricos e industrializados suelen ser los más urbanizados. En
los Países Bajos, por ejemplo, el 67% de la población es urbana, frente a sólo
el 16% de Etiopía, un país mucho más pobre. En la historia reciente, el grado de
urbanización ha sido relativamente bajo en África y Asia si lo comparamos con
Europa y América del Norte. Sin embargo, a consecuencia de la emigración a gran
escala desde las zonas rurales y del aumento natural de las propias poblaciones
urbanas, las ciudades de los países en vías de desarrollo han crecido
rápidamente. La población de El Cairo, por ejemplo, se ha triplicado en los
últimos cuarenta años y se espera que más de la mitad de los habitantes de
África vivan en ciudades en el año 2020. De modo similar, la proporción urbana
de la población de China ha pasado de una persona de cada cinco en 1960 a casi
la mitad de la población en la actualidad.
Uno de los rasgos más llamativos del desarrollo urbano
en este siglo ha sido el rápido incremento del número de ciudades muy grandes.
Hasta 1800 eran contadas las ciudades con más de un millón de habitantes. Desde
entonces, el número de ciudades de estas características ha crecido de forma
regular. En 1900 había al menos trece ciudades con más de un millón de
habitantes, y en 1950 el número alcanzaba las 68. En el año 2000 habrá por lo
menos 250 ciudades en las que vivirán más de un millón de personas, muchas de
ellas en Asia, especialmente en India y China.
Incluso una ciudad con varios millones de habitantes
resulta pequeña en comparación con los gigantes urbanos cuya población supera
los diez millones de habitantes. Según diversas fuentes, es posible que existan
ya veinte o más de estas gigantescas áreas metropolitanas. La mayoría se
encuentran en Asia: Tokio, Mumbai (Bombay), Shanghai, Calcuta, Seúl, Pekín,
Ōsaka, Delhi, Karachi y Manila. Los otros gigantes son Nueva York, São Paulo,
ciudad de México, Los Ángeles, Moscú, Buenos Aires, Río de Janeiro, El Cairo,
París y Lagos. Es casi seguro que en los próximos años este explosivo
crecimiento haga pasar a este grupo a ciudades de países en vías de desarrollo,
como Tianjin y Santafé de Bogotá. Se espera que para el año 2020 varias ciudades
superen los veinte millones de habitantes.
Estas grandes concentraciones de seres humanos plantean
inmensos problemas medioambientales. En Ciudad de México, por ejemplo, una
cuarta parte de la población carece de agua corriente y una de cada cinco
viviendas no está unida al sistema de alcantarillado. Esta ciudad, que se
encuentra en un valle, sufre hasta tal punto la contaminación del aire por los
vehículos de motor que periódicamente debe cerrarse el centro de la ciudad al
tráfico rodado. Los problemas de Ciudad de México se repiten en casi todas las
demás grandes ciudades de los países en desarrollo y, en menor grado, también en
las grandes ciudades de los países industrializados.
Otra característica del crecimiento de los gigantes
urbanos es la unión de varias ciudades en una zona de edificaciones continuas.
Con la mejora de los transportes, la gente puede recorrer distancias más largas
y las ciudades se expanden hacia el exterior. Aunque cada ciudad del
conglomerado conserva su propio gobierno, físicamente se unen en una sola
ciudad. La palabra megalópolis (que en griego significa ciudad grande) se
utilizó para describir la zona urbana prácticamente ininterrumpida que ocupa
unos 800 kilómetros en la costa atlántica del noreste de Estados Unidos, desde
Boston hasta Washington incluidas Providence, Hartford, Nueva York, Newark,
Filadelfia y Baltimore. Después esta denominación se ha aplicado a otros lugares
en los que la expansión urbana ha unido a ciudades antes separadas, como
Randstadt en los Países Bajos, el Valle del Ruhr en Alemania, y la región de
Tokio-Yokohama-Kawasaki en Japón.
Ubicación de las ciudades
La ubicación de las ciudades depende muchas veces de la
función para la que fueron concebidas, que puede estar relacionada con la
defensa, el comercio, los recursos, la administración o la religión. Las
necesidades estratégicas eran muy importantes en el pasado, en especial cuando
era esencial controlar los desplazamientos por una zona. En Afganistán, por
ejemplo, Kabul se edificó en el punto desde el cual se controla el tráfico por
el Paso de Jyber, una de las principales rutas a través de las montañas del
Hindu Kush.
El comercio es otra fuerza, más pacífica, que determina
la ubicación de las ciudades. Unas buenas comunicaciones y unas buenas
conexiones de transporte son cruciales para que florezcan las ciudades
comerciales. Por ejemplo, Singapur controla el estrecho de Malaca, una de las
principales rutas de navegación entre los puertos del Asia oriental y los del
oeste. La existencia de recursos poco frecuentes es otro factor de importancia
en la ubicación de las ciudades. Johannesburgo es un ejemplo de ciudad que se ha
desarrollado cerca de valiosos recursos, en este caso las minas de oro de
Suráfrica, de sorprendente riqueza. De forma similar Kiruna y Aeropuerto
Gallivare, en el gélido norte de Suecia se levantan en pleno corazón de unos
abundantes depósitos de mena de hierro.
Las ciudades establecidas como centros administrativos,
como Madrid en España y Santiago en Chile, se encuentran frecuentemente en el
centro del país, para que sea igualmente fácil llegar a ellas desde cualquier
punto. Washington fue elegida como capital porque, de norte a sur, está situada
en el centro en relación con los trece estados originales.
Por último, algunas ciudades se erigieron en lugares
sagrados. El desarrollo de La Meca se debe en buena medida a que allí nació
Mahoma, fundador del islam. Millones de personas de todo el mundo islámico
acuden a esta ciudad todos los años en una peregrinación que recibe el nombre de
hajj.
Paisajes urbanos
Del mismo modo que la ubicación de una ciudad refleja la
función del primer asentamiento, el trazado de sus calles, su patrón de uso del
suelo y su estilo arquitectónico son resultado de la interacción de distintos
factores, entre ellos su propia ubicación, su historia y su función.
Muchas ciudades y partes de otras responden a un diseño
geométrico que revela la decisión consciente de imponer un orden al entorno. La
planificación más habitual es la cuadrícula, en la que las calles corren
paralelas entre sí y se cruzan en ángulos rectos. Este diseño se repite desde
los tiempos de la Grecia antigua. En el siglo XVI, en las ciudades coloniales
españolas de América del Sur se utilizó el diseño de cuadrícula conforme a las
leyes de planificación. Muchas ciudades de Estados Unidos, como Filadelfia y
Nueva York, se distribuyeron originalmente en cuadrículas para facilitar la
venta de terrenos. Este sistema no se limita a las ciudades de Europa y a sus
colonias. Por ejemplo, en el siglo XV, Beijing se planificó con una cuadrícula
de calles que rodeaban el Palacio Imperial. Otros planos urbanos, como los de
París y Nueva Delhi, tienen las vías dispuestas radialmente. El trazado de las
calles de Moscú es una serie de círculos concéntricos.
El trazado de las ciudades es algo más que un mero
ejercicio de ordenación geométrica, pues también refleja los valores de los
grupos y de las personas cuyo poder les permite decidir sobre el paisaje urbano.
Para algunos, el crecimiento caótico de las ciudades que se produjo por la falta
de planificación en el siglo XIX es el causante de muchas de las lacras de la
sociedad. El movimiento de las ciudades jardín, que nació en el Reino Unido a
principios de la década de 1900, era un intento de planificar ciudades nuevas
que combinaran lo mejor de la vida rural y de la vida urbana.
Los proyectistas también han buscado inspiración en el
futuro. El gobierno de Brasil creó una nueva capital en Brasilia en 1956. Se
eligió deliberadamente un lugar alejado de los centros de población costeros de
Río de Janeiro y São Paulo para destacar la necesidad de desarrollar el interior
del país. El trazado de la ciudad parece un avión, que es una poderosa imagen
del futuro, y tiene zonas independientes para viviendas, oficinas e
industria.
Otras ciudades han crecido de forma más o menos no
planificada. Estos lugares, de los que se dice que han tenido un desarrollo
orgánico, presentan una disposición más irregular de las calles. Los centros
medievales de las ciudades europeas y las partes más antiguas del mundo
islámico, por ejemplo, descubren un grado de complejidad que sugiere la falta de
toda planificación. Sin embargo, esto no significa que estos paisajes urbanos
carezcan de orden.
Las ciudades que se han desarrollado dentro de una misma
cultura suelen tener similitudes marcadas. Por ejemplo, las partes más antiguas
de las ciudades islámicas de El Cairo, Damasco y Fez comparten una serie de
características. En el centro de todas ellas se encuentran la ciudadela, la
mezquita principal, el palacio y el souk o bazar principal. La ciudad
está dividida en barrios bien delimitados que parecen pueblos y, hasta hace
poco, en ellos transcurría prácticamente la vida cotidiana de sus habitantes. El
antiguo centro de Damasco, por ejemplo, estaba dividido en unos setenta barrios.
Por otra parte, la disposición y las dimensiones de las calles, así como la
construcción y orientación de las viviendas, siguen las directrices marcadas por
el Corán.
Desarrollos urbanos
En ciudades de Europa y América del Norte, el declive de
la industria ha hecho caer en el olvido algunos centros urbanos. En muchos
casos, estas zonas están renovándose como áreas residenciales de precio elevado,
proceso que recibe el nombre de nobilización. Los Docklands de Londres están
viviendo esta especie de recuperación, al igual que los barrios del centro de
Sydney, Australia, y Baltimore, Brooklyn, Boston y otras ciudades antiguas de
Estados Unidos. Esta tendencia, que atrae a gente relativamente pudiente de
vuelta al centro de la ciudad, es contraria a la emigración hacia los suburbios
que predomina en las ciudades de los países industrializados.
Por el contrario, en las ciudades de Centroamérica y de
América del Sur, los habitantes adinerados suelen concentrarse en el centro, y
los más pobres ocupan las zonas periféricas. Esta situación se deriva en parte
de las leyes de planificación españolas del siglo XVI, que establecían que la
población colonial ocupara la mejor tierra del centro de la ciudad y que los
pueblos indígenas vivieran más lejos, junto a las minas y plantaciones en las
que trabajaban. En la actualidad muchos pobres urbanos viven en barriadas
miserables en las afueras de la ciudad. Este modelo predomina incluso cuando,
como ocurre en Río de Janeiro, la ciudad se extiende por las colinas, de modo
que la única ventaja de que gozan los pobres es la de una hermosísima
panorámica. En Chile estos enormes suburbios reciben el nombre de callampas y en
Brasil se llaman favelas, por la flor que crece en las laderas de las
colinas.
La carencia de viviendas se resuelve de distintas formas
en otras ciudades de países en vías de desarrollo. En El Cairo, que es la ciudad
más grande de África, se añaden pisos a las casas y a los bloques de
apartamentos para que quepan más personas, y cientos de miles de pobres viven en
las tumbas de la conocida Ciudad de los Muertos, formada por dos inmensos
cementerios situados en las afueras de la ciudad.
La urbanización es una tendencia global que seguramente
persistirá en las próximas décadas. ¿Podrán soportar las ciudades del futuro la
presión que supone un crecimiento rápido y muchas veces sin planificación o se
verán vencidas por problemas como el deterioro de las infraestructuras y el
medio ambiente?. A medida que aumenta la población urbana, las ciudades
precisarán una planificación y una política cuidadosas, pero el desafío será
desarrollar nuevos modelos urbanos que ayuden a las ciudades a adaptarse al
futuro.
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